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Historia Canalla
HISTORIA
El nacimiento
El ferrocarril aportó para concretar el primer campo de deportes

Rosario Central es, entre las entidades que practican fútbol oficial en esta ciudad, la más antigua y su comienzo casi coincide con la iniciación del juego en el país. Siendo así, necesario sería convenir que su campaña abarca amplia esfera deportiva, que toda su existencia está ligada a la evolución experimentada por el popular deporte en toda la República y que no es posible en la relativa brevedad del espacio observar todo el panorama de su extraordinaria actividad y progreso. Sabemos que mucho, pero mucho, quedará en el tintero o en el teclado de la máquina.
Tratamos solamente, simplificando en lo posible, de arrojar, sincero puñado de recuerdos, en las páginas de esta revista, nada más que una síntesis de los pasajes salientes en el historial deportivo y social del club auriazul.

El Central Argentine Railway Atlethic Club
No es el caso que recordemos la inauguración del ferrocarril en Rosario. La presidencia de Roca. Para la historia sucinta, breve, inconclusa, de un club deportivo, no interesa posiblemente. Pero lo importante es señalar que a raíz de ello llegaron en la segunda mitad del siglo XIX a nuestro país numerosos súbditos británicos para ejercer distintas funciones.
Desde Londres fueron comisionados altos empleados que venían a dirigir. También eran ingleses gran cantidad de obreros ferroviarios. Entre esos "johnis" muchos había de edad madura. Otros eran jóvenes. Y no faltaban, como es lógico suponer, los pibes.
Nos cuentan que los inglesitos, en su patria ya se divertían pateando la pelota, empezaron aquí, en los "güecos", cercanos a los talleres, a darles puntapiés a la redonda. Ese puñado de pebetes empezó a hacer ejercicios con una pelota de goma enfrente a la parada Castellanos. Eran los muchachos de don Tomás S. Hopper – William y Henry – y F. Mc. Leen, Michel Green, F. Barton, E. Camp, J. Mac Intire, Sthephen Simps, entre otros.
Fueron ellos quienes iniciaron la ruta de la entidad que habría de surgir oficialmente. Durante un tiempo jugaron partidos amistosos bajo la denominación de Talleres, hasta que SE FUNDA EL CENTRAL ARGENTINE RAILWAY ATLETHIC CLUB.

Fundación
Era el mes de diciembre. Corrían los días agonizantes del año 1889. Caía la tarde. Un grupo de obreros y empleados del F.C. Buenos Aires y Rosario acababan de llegar, terminadas sus ocupaciones, a un viejo café de la Avenida Alberdi, donde años más tarde habría de levantarse el edificio del Colegio de los Talleres. Entre ellos se hallaban, Colin Calder, Tomás S. Hoper, R.C. Chamberlain, Miguel Green, W. Mulhall, N. Cooper, Simps, Maybe, Wilkinson, Lamb, Hollis, Muskett y algún otro que la memoria se niega a precisar. Esa tarde el círculo se había hecho más estrecho.
Todos ponían atención en las palabras de Calder, que en tono al parecer convincente, poniendo calor en su expresión, exponía vaya a saber qué argumentos.
¿De qué conversaban aquellos ingleses que no podían ni siquiera presumir los criollos de las mesas cercanas?
Cuando ya entrada la noche los contertulios se alejaron del lugar, se adivinaba en ellos como una promesa de una reunión no lejana.
Al día siguiente, en el mismo local, quedaba fundada una entidad deportiva para la práctica de un deporte que por entonces sólo se había jugado en forma esporádica, alguna tarde que después de la tarea diaria se habían reunido en el descampado para practicar cricket. Mutton propuso el nombre de la institución. Se llamaría Central Argentine Railway Atlethic Club. Fue primer presidente mister Colin Bolin Calder y secretario Míster C. Chamberlain.
Habían cristalizado, pues, una noble intención. Central daría cabida a todos trabajadores del F.C. Rosario y Buenos Aires que desearan hacer deporte.
Cuando la empresa cedió un terreno para que ahí se diseñara el campo de juego, se iniciaron de inmediato las prácticas de cricket y muy poco después las de fútbol. Los primeros colores de la flamante institución fueron blanco y rojo, más tarde casaca blanca y azul repartidos en cuadros grandes y, posteriormente, la auriazul, en franjas verticales.

Los primeros tiempos
La primera época estuvo erizada de dificultades. Se jugaba por el deporte mismo. El juego de los "cuatro ingleses locos" se practicaba, realmente, por pura diversión. Esos obreros entusiastas después de pasar muchas horas del día entregados a la tarea que a cada cual correspondía en los talleres del ferrocarril, junto a hierros y maquinarias, necesitaban, fuera del trabajo, buscar motivos de distracción.
Es que existía, por lo demás, verdadero amor por el deporte. Los hijos de la Albión habían sabido predicar con el ejemplo las bondades que aporta el cultivo del músculo mediante el ejercicio físico, ya fuera este bajo el aspecto del cricket o del fútbol.
El ferrocarril aportó bien pronto un terreno para que se hiciera el campo de deportes.
Aquellas tardes del viejo barrio Talleres hallaba a los "pioneers" del gran fútbol de ahora, entregados a la práctica de un deporte que, con el correr de los años, habría de alcanzar enorme arraigo y popularidad.
Pero si bien es cierto que el campo de juego, contando con la colaboración de la empresa, significaba un aporte considerable, no salvaba ello todas las necesidades del momento. Había que comprar los implementos necesarios para la práctica del fútbol, que no eran pocos, representaba un gasto apreciable, si se tiene en cuenta la carencia de un número calificado de contribuyentes y lo elevado de esos artículos importados que más de una vez habrían de causar la risa de los empleados aduaneros.

Comienzos difíciles
En cada etapa de Rosario Central, a cada paso, aparece el esfuerzo y la buena voluntad de sus propulsores. Desde aquella vez que uno de los "pioneers" donó tres libras esterlinas para los primeros gastos, pasando por Venancio Fuggini, que les compraba los botines a algunos jugadores para descontarles el importe a razón de dos pesos mensuales, hasta las damas que en 1919 se cotizaron para premiar a los players campeones, porque el club no estaba en condiciones de hacer gastos extraordinarios. Todavía se conserva en la entidad un pergamino obsequiado a los futbolistas por ese núcleo de entusiastas centralistas, entre los que se recuerda a la señora de Flynn, señora Delia Rimini y una hermana del entonces activo secretario Salustiano Gorostiza.

Detalles de la época
En viejos archivos que tenemos ante la vista encontramos algunos detalles interesantes.
Como los dirigentes de los primeros tiempos eran empleados del ferrocarril y dominaban más el idioma inglés que el nuestro, la correspondencia del club era redactada en aquél.
Repasando los archivos del entonces Central Argentine Railway Athletic Club se encuentran infinidad de cartas y otros documentos redactados en inglés, cosa que se hacía aún en simples anotaciones de la época.
Muchos documentos de la entidad en sus comienzos han desaparecido, mientras que otros se hallan celosamente guardados. Entre estos, al repasarlos, hemos visto una de las primeras actas de reuniones de C.D. Corresponde a la celebrada el 23 de setiembre de 1904, presidida por el señor H. Pearce. En ella se autorizó la práctica del cricket y el comienzo de un campeonato interdepartamental del mismo deporte, como así también la construcción de armarios, cobrándose a los socios que los usaren, una suscripción anual.
Cada seis meses se acostumbraba realizar asambleas para designar al capitán y subcapitán, a la vez que miembros de la comisión de cricket. Una de las citaciones halladas en los archivos, es la de la sesión para el día 13 de octubre de 1906, a la 5 p.m.

Se denomina Rosario Central
El primitivo nombre de Central Argentine Railway Athletic Club, subsistió hasta principios de siglo. Cuando en el año 1903 se produjo la fusión de los ferrocarriles Buenos Aires y Central Argentino, se realizó una asamblea entre los asociados rosarinos y personal ferroviario que se trasladara desde Campana a esta ciudad.
Fue un acto en el cual se trató de buscar la fórmula que conciliara las preferencias de las dos tendencias. Y fue así que tras algunas deliberaciones se adoptó una denominación mixta, dándose el nombre de C. A. Rosario Central, aprobándose una moción de don Miguel Green.
Si bien es cierto que desde tiempo antes la práctica del fútbol constituía ya la preferencia de los asociados de la floreciente entidad, puede decirse que a partir de entonces tomó mayor arraigo y popularidad el juego. Los partidos amistosos prosiguieron a partir de entonces sin solución de continuidad y fue formando Rosario Central en sus filas a elementos que poco después habrían de brindarle legítima satisfacción.
Cuando los institutos que propulsaban el juego de la redonda entre nosotros resolvieron constituir una institución central que los cobijara y organizara campeonatos, el club auriazul habría de ser uno de los más decididos organizadores.

En la fundación de la Liga Rosarina
El club Rosario Central, un activo propulsor del fútbol desde fines del siglo pasado, no podía estar ausente en el acto de fundación de una entidad que diera vida oficial al juego de la redonda. Y así, con la colaboración decidida de los dirigentes del floreciente instituto auriazul, surgió la Liga Rosarina de Fútbol, el 30 de marzo de 1905. Es memorable aquella reunión en donde se echaron las bases para la fundación de la Liga, llevada a cabo en el hotel Britania, que a la sazón estaba situado en la calle Urquiza a la altura del 1200. Fue primer tesorero de la Liga Rosarina de Fútbol don Miguel Green, representante del Club A. Rosario Central.

Una cancha en 48 hs.
Se ha dicho y con razón: "Nosotros mismos llevábamos los palos a la cancha"
Eran los tiempos heroicos. Dirigentes y jugadores confundidos en un mismo esfuerzo enajenaban sus energías, ya en la faena deportiva del domingo o en los arreglos de la cancha durante las horas libres del trabajo diario en los Talleres del F.C.C.A.
En el año 1917 todavía ocupaba Rosario Central la cancha en la quinta Sanguinetti.
Al promediar la temporada y hallándose el campeonato en pleno apogeo, los propietarios de una franja del terreno que abarcaba el campo de deportes, obligaron a la empresa del F.C. a reducir la cancha.
La Liga Rosarina emplazó entonces a Rosario Central para poner el field en condiciones dentro del término de 48 horas, de lo contrario el equipo auriazul debía jugar contra Argentino (hoy G. y Esgrima) en la cancha de este, en el Parque Independencia.
Ahí fueron las de a peso...
Pero el amor propio, el deseo de triunfo, el sacrificio habrían de poder más que la amenaza oficial.
Los players, los dirigentes, obreros y empleados del ferrocarril, sin distingos, iniciaron una tarea extraordinaria, que tuvo su recompensa.
Nadie se salvó del trabajo de alisar el terreno, delinearlos y plantar los palos. La cancha estuvo en condiciones en el tiempo acordado por la Liga Rosarina. Es domingo Rosario Central pudo, gracias al sacrificio común, jugar en su propio field.
El resultado del match fue un empate en un tanto por bando. Rosario Central iba perdiendo, pero Zenón Díaz igualó las posiciones al señalarle un penalty a Eduardo Araya.

Familiaridad deportiva
Rosario Central, puede decirse, abarcó desde los primeros tiempos en su zona de influencia todo el barrio norteño de la ciudad: Arroyito, Refinería, Industrial, Alberdi. En ese enorme sector, verdadero pueblo aparte de Rosario, si se nos permite, florecieron los grandes cracks de nuestro fútbol. Sus figuras fueron a enriquecer el historial argentino con sus actuaciones internacionales.
Hubo entre los players una familiaridad nunca desmentida. Jugadores que militaban en otras entidades puede decirse que estaban ligados fuertemente al instituto de la divisa azul y oro.
Por eso aquellos clásicos partidos entre los obreros ferroviarios alcanzaron popularidad y fama. No eran todos futbolistas centralistas, mas, podían considerarse, tal era la amistad y el entusiasmo por el popular juego.
Con emoción se recuerdan los encuentros entre los equipos denominados Locomotoras vs. Coches y Vagones.
No habrá nada más que hacer desfilar por la memoria a los players que integraban aquellos conjuntos para apreciar la importancia, rivalidad y valor deportivo de aquellas jornadas inolvidables.
Por Locomotoras solían jugar Serapio Acosta; Zenón Díaz e I. R. Rota; P. Molina, J. Díaz y E. Fagginani; C, Grieshaber, A. Blanco, M. Argüelles, C. Guidi y Ramírez.
Y no menos poderoso era el plante de Coches y Vagones: Colombo; Morgoux y Paldal; Jamil, E. Blanco y J. Perazzo; Barbieri, Sánchez o Antuña, H. Hayes o Laiolo, E. Hayes y Pimentel.
Cracks de Rosario Central y Tiro Federal se confundían, pues, en partidos que tenían el alto significado de un acercamiento que con el correr de los años ha quedado grabado con caracteres indelebles.

Autonomía del ferrocarril
Largo tiempo estuvo Rosario Central bajo tutela. La empresa del ferrocarril ejercía influencia directa sobre la institución. Sus altos empleados eran sus dirigentes. Sus asociados no podían ser otros que obreros y empleados del F.C. Central Argentino.
Cuando en aquella asamblea del año 1903 se halló la fórmula conciliatoria que dio un nombre definitivo a la entidad de los colores azul y oro, se había dado un paso firme en su destino futuro.
Más recién veinte años después se logró la independencia absoluta. Rosario Central tenía por delante amplios horizontes. No era menester para su desenvolvimiento y progreso la fiscalización y organización de una empresa que cerraba al instituto su campo de acción, reducido entonces a los beneficios deportivos que podía proporcionar a sus empleados ferroviarios.
No será necesario destacar nada más que alguna cifras progresivas dentro de los primeros años que siguieron al acto de la independencia, para poner en evidencia su rápido progreso.
Abiertas las puertas para todos los deportistas de buena voluntad que quisieran ingresar a sus filas, el movimiento de asociados dio rápidamente la impresión de lo que habría de ser en un futuro no lejano.
En el año 1918 los socios apenas si llegaban a 182 y el capital oscilaba en los seis mil pesos. En 1926 los asociados sumaron la cantidad de 1.700 con un capital de 47.000 pesos. Tres años más tarde se triplicaba el número de socios y el capital ascendió a 73.000 pesos.
Apenas lograda la autonomía, el club fue organizado en su carácter de sociedad civil y el gobierno de la provincia le acordó la personería jurídica.

Presidentes
1889 - 1900  Colin Bain Calder
1901               William Taylor Paul
1902 - 1903  H. J. Muhall
1904 - 1905  R. M. Jackson
1906               H. Scrivener
1907               J. A. Nissen
1908               H. Scrivener
1909               Miguel Green
1910               Federico N. Pupplet
1911 - 1912  E. A. Ortelli
1913               Alfredo Remy
1914 - 1915  E. A. Ortelli
1916 - 1917  Tomás Flynn
1918 - 1920  Federico Flynn
1921 - 1922  Nicolas S. Hehoe
1923 - 1931  Federico Flynn
1932 - 1933  Rafael J. Babbini
1934 - 1935  Federico Flynn
1936 - 1938  Juan T. Louhau
1939               José Valenti
1939               Adolfo Boglione
1939               Luis C. De Mattía
1940 - 1941  José B. Quintana
1941               José D. Imhoff
1942               A. Rodríguez Araya
1943 - 1944  José E. Celoria
1944 - 1946  Roberto Monserrat
1946 - 1948  Adolfo Boglione
1949               Ernesto Arias Sanz
1949 - 1950  Abel Montes
1951 - 1964  Federico Flynn
1965 - 1968  Adolfo Boerio
1969               Roberto L. Rizzo
1970 - 1992  Víctor J. Vesco
1992 - 1993  Antonio Rodenas
1994 - 2003  Víctor J. Vesco
2003 - 2005  Pablo B. Scarabino
2006 - 2007  Pablo B. Scarabino
2007 - 2010  Horacio Usandizaga

 
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